Todos podemos aprender a hacer música
No importa la edad. Tampoco aquello de tener “condiciones musicales”. El rango de edades de nuestros alumnos en la actualidad va de los 4 a los 87 años.
Poco importa hasta dónde llegaremos. Lo importante es disfrutar del proceso. Los resultados son muchas veces sorprendentes.
Cada proceso de aprendizaje es único, y esto es más que un mero enunciado. Pero todos tienen algo en común: presentan ciclos como los de la economía. El entusiasmo va y viene siguiendo las contingencias de la vida. A los ciclos de expansión y de gran avance le siguen otros de recesión y desinterés. Las ondas pueden ser más o menos marcadas en duración e intensidad pero son inevitables.
Sabiendo esto, aprovechamos al máximo los momentos de expansión y desplegamos todos nuestros recursos para remontar lo más rápido posible los ciclos de recesión. Lo importante es que los ciclos continúen y el proceso no se corte.
Más allá de lo técnico, creemos que uno de los grandes trabajos del maestro es motivar y hacer contacto con el alumno. De esta manera, estamos en mejores condiciones para remontar las crisis.
Un proceso exitoso es aquel que logra que un alumno incorpore la música y el instrumento como algo permanente en su vida, ya sea a nivel amateur o profesional.
A diferencia de lo que hemos visto tantas veces con el método tradicional, nuestros alumnos suelen terminar desarrollando una relación duradera con el piano y la música.
Los resultados que obtenemos son tan diversos como nuestros alumnos. Hay niños, jóvenes y adultos que disfrutan de ir progresando con el instrumento, otros que arman bandas; hay adultos que resuelven asignaturas pendientes o graban su primer trabajo discográfico y jóvenes que proyectan e inician carreras profesionales en la música como intérpretes o compositores.